Como fenómeno social, producto de la misma interacción humana surge el poder; manejado por órganos del Estado sobre los cuales se deposita la

Ahora, qué ocurre cuando estos gobiernos elegidos democráticamente; a través de una elección universal, directa y secreta comienzan a presentar rasgos de autoritarismo. De repente nos percatamos de que los cinco poderes (Poder Ejecutivo, Legislativo, Judicial, Ciudadano y Electoral) están todos centralizados y dirigidos por una sola mano.
Y así vemos como en el tablero de ajedrez de la política venezolana se mueven los peones. De la nada el ex director del Consejo Nacional Electoral brincó a la Vicepresidencia de la República. El que fue árbitro en el turbulento referéndum revocatorio pasó a ser uno de los jugadores del Ejecutivo.
Revisando los otros poderes encontramos que Cilia Flores, presidenta de la Asamblea Nacional; Luisa Estela Morales presidenta del Tribunal Supremo de Justicia; Germán Mundaraín, Defensor del Pueblo y Tibisay Lucena, presidenta del Consejo Nacional Electoral. Todos ellos se han declarado pública y abiertamente funcionarios del “proceso”. En términos coloquiales todos son “Rojos, Rojitos”.
Esto me lleva a pensar ¿dónde queda la independencia y la separación necesaria de los poderes? ¿Cómo es posible ser justo políticamente con los 4.292.466 venezolanos que no creemos en el llamado proceso? Todos nuestros poderes van de la mano y siguen el camino de un solo hombre.
No queda espacio para otro color en la política y según las elecciones pasadas 7.309.080 de venezolanos lo apoya. Mientras tanto los otros cuatro millones y pico sólo nos queda mirar, puesta a que la “gran” mayoría ya decidió por un Estado, Gobierno y 5 Poderes totalmente revolucionarios y centralistas.
Cristina Presutto.G.